Consideraciones para una primera lectura de los seminarios de Jacques Lacan.

Consideraciones para una primera lectura de los seminarios de Jacques Lacan.

La lectura de los seminarios de Lacan puede ser un recorrido bastante complicado si se los aborda como si fueran un libro académico en el que uno espera encontrar un saber conceptual desglosado de manera armoniosa y con un lenguaje sencillo para el que se asume en posición de estudiante.

Para bien o para mal, el estilo de Lacan se revela de entrada como rebuscado, sinuoso, barroco y en ocasiones puede volverse un dolor de cabeza seguirle el hilo de las ideas.

Creo que es necesario tener en cuenta el estilo de textos ante los que estamos cuando abordamos los seminarios (específicamente los seminarios, ya que los escritos y las diversas conferencias requerirán consideraciones distintas) de este psicoanalista. Al menos estar advertidos puede evitarnos la sorpresa de estar ante un ejercicio de lectura inusual por la misma naturaleza del inusual seminario de este señor. Inusual a causa tanto de la personalidad de Lacan como de las implicaciones políticas que tuvo el establecimiento de dichos ejercicios de enseñanza.

Veamos algunas consideraciones y comentarios a tener en cuenta ante una primer aproximación a la lectura de estos textos.

¿Qué es un seminario?

El seminario es un tipo de instrucción sobre un tema impartida por alguien a quien el grupo le confiere una cierta autoridad en la materia que está impartiendo, pero sin que este esté exento de ser cuestionado o puesto en duda por los asistentes. El término en latín “seminarium” hace referencia a la superficie o el espacio (el pedazo de tierra) sobre el que se plantan las semillas. Podríamos decir que el seminarista busca con la palabra plantar semillas que germinen en aquellos que lo escuchan, que a pesar de tener su origen en el pensamiento o el entendimiento del seminarista y su dominio sobre el tema, germinarán en cada uno de los oyentes adoptando una forma singular en cada uno. Esto previene que el saber se cristalice y se institucionalice de manera demasiado rígida. También cabe señalar que la enseñanza en un seminario requiere de un esfuerzo mayor que otras formas de transmisión académica más concretas, por lo que suele usarse en los niveles de estudios superiores.

El seminario como dispositivo.

La idea del dispositivo puede sernos útil para pensar en lo que ocurre en un espacio destinado a la práctica del psicoanálisis o cuando existe un intento de transmisión del discurso analítico. Si bien al inicio de los seminarios Lacan aún no había establecido su idea del psicoanálisis como un discurso, me parece que el seminario de Lacan como dispositivo ya contaba con algunos elementos que permitirían reconocer en sus sesiones algunas interacciones o movimientos que serían localizables mediante los discursos ya sea del amo, de la histeria, de la universidad o del analista, pero ese puede ser un tema para otro momento. Por ahora, limitémonos a abordar el seminario como un dispositivo en el sentido que le da Michel Foucault.

“Lo que trato de situar bajo ese nombre (Dispositivo) es, en primer lugar, un conjunto decididamente heterogéneo, que comprende discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas; en resumen: los elementos del dispositivo pertenecen tanto a lo dicho como a los no dicho. El dispositivo es la red que puede establecerse entre estos elementos.” -Michel Foucault. (Entrevista publicada bajo el título: “El juego de Michel Foucault” en el libro “Saber y Verdad”.

Si tomamos este sentido que le da Foucault a la idea del dispositivo, definitivamente los seminarios de Lacan fueron uno que operó incluso contra cualquier intención que él tuviera para los mismos. Y aunque el objetivo de este texto no es realizar un recuento de las condiciones políticas e históricas bajo las cuales se originaron los seminarios de Lacan, quisiera mencionar que desde el inicio el establecimiento de los seminarios encaja en lo que Foucault más adelante en esa misma entrevista señalaría como otra de las características de los dispositivos:

“El dispositivo se halla pues siempre inscrito en un juego de poder…”

Desde el principio hasta el fin, los seminarios de Lacan funcionaron como un juego de poder que tendría sus consecuencias, según algunos, en una desviación del psicoanálisis; para otros, en un retorno efectivo al psicoanálisis freudiano. Lo único cierto es que el trabajo de Lacan marcó un antes y un después que, hasta el día de hoy, sigue resonando y teniendo sus efectos tanto en la práctica como en la teoría.

El seminario no es el individuo.

Ahora llegamos a lo que, si me atrevo a considerarlo, es el objetivo de este artículo: señalar algo que puede pasar desapercibido y que muchas veces complica la lectura del seminario: el seminario no es el individuo.

Aunque Lacan sea el seminarista, el seminario es el resultado del conjunto de la palabra del seminarista con las intervenciones de los alumnos. Por lo tanto, me parece que la balanza para ponderar los seminarios está inclinada demasiado hacia el lado del hombre que portó el nombre de Jacques Lacan. Darme cuenta de esto me representó un cambio radical en mi aproximación y lectura a los textos de los seminarios.

Los Seminarios de Lacan también son las intervenciones que otros hicieron durante sus Seminarios. Muchas de ellas son bastante valiosas, ya que fuerzan a Lacan (quien a veces se mostraba frustrado, evasivo o simplemente salía por la tangente) a explicarse mejor o a ceder ante el interlocutor.

Un ejemplo de esto se puede corroborar en el Seminario 2, cuando en la clase 6 Lacan le preguntó a Jean Hyppolite si lo aprobaría al decir que “el conjunto del progreso en la Fenomenología del Espíritu es un dominio cada vez más elaborado”. A lo que Jean Hyppolite respondió: “Depende de lo que usted ponga en dominio”. Y ante esta respuesta, Lacan se vio obligado a elaborar más.

De no darse esa elaboración, ocurre que las frases se cristalizan y comienzan a repetirse entre los psicoanalistas como si se entendiera. De ahí que sea común apoyarse en la palabra de Lacan como si fuera una roca sólida.

“Ah! ¡Ya Lacan lo dijo! ¡Que el progreso en la Fenomenología del Espíritu es un dominio cada vez más elaborado!”.

… cuando de hecho es más como pisar sobre una masa de agua.

La palabra, cuando no es intervenida, se cristaliza en certidumbres y en psicoanálisis de lo que se trata es de suspender toda promesa que pueda conducir a cualquier certidumbre.

El Seminario se hace efectivo sólo cuando la palabra del seminarista es intervenida, puesta en suspenso, criticada e incluso rechazada por sus interlocutores. No hay que olvidar (menos en Psicoanálisis) que, ante todo, el trabajo es gracias al funcionamiento de un dispositivo.

El seminario no es una reproducción fiel.

La edición y publicación de los seminarios de Lacan quedaron a cargo del señor Jacques Alain Miller, lo que ha generado gran polémica en cuanto a las libertades que él se ha tomado con los mismos. Por ello, conviene saber que además de las ediciones de Miller existen ediciones críticas en las que se ha revisado y agregado material, como las publicadas por Ricardo Rodríguez Ponte en español o las ediciones de Staferla en francés. Además, se pueden consultar los audios originales de algunas de las clases de los seminarios en el sitio web del señor Patrick Valas.

Aún con todos estos recursos, no hay que fiarnos nunca de creer saber “lo que Lacan quiso decir”. Si bien es posible encontrar conceptos, hipótesis y argumentos a lo largo de todo su trabajo, el dinamismo del trabajo que se realizó alrededor de los seminarios (insisto, no sólo por Lacan, sino también por sus diversos interlocutores, seguidores y detractores) impide que sean leídos como si de cualquier texto académico se tratase.

En ellos no se encontrará tanto un saber cristalizado sino más bien una palabra en constante movimiento y muchas herramientas para que cada uno de los lectores pueda orientarse y construir una clínica que más que lacaniana, sea una clínica propia del uno por uno.